27 agosto 2012

Devuelta en su pueblo, perdida en recuerdos.
Caminando entre pasajes su cara se encontró con una de sus mejores amigas.
Asustada entre sonrisas y intentó ella abrazarla ella.
La abrazó, digamos, pero no con éxito.
Su brazos no se movieron, su ser la esquivó.
Cómo estás y todo lo demás, se dijeron.
Hasta que llegó el punto en que el cinismo cedió :

- Yo no me acosté con él. Sólo fuimos buenos amigos.

La miré. La volví a mirar. Sus ojos ya no eran sus ojos. Ya me daba asco.

- No importa - Exclamé
- De verdad no me acosté con él.

No pude controlarme, la bofetié
de silencio. Me subí al bus.





08 agosto 2012

Arroz con Leche

Había una vez medio litro de leche y un cuarto de arroz que estaban hartos de su vida.
Querían reencarnar en algo viviente no comestible, así que juntos decidieron dar fin a sus exquisitas vidas.
En un recipiente de acero, se sumergieron expectantes, a ver como la temperatura subía a cada instante. Mientras la mano mediocre de una principiante de cocina, revolvia y revolvia;
se revolvian, revolvian los últimos recuerdos de aquellos.
Ya no quedaba aire para la pobre leche y el arroz ya iba perdiendo el caldero.
Este se empezó a desintegrar y la leche no paraba de llorar.
Vapor echaba hacia arriba, ya desaparecia por lo techos de ese hogar.
Burbujas de dolor exclamaban esos dos.
La últma ronda de la cuchara de palo, hasta que la llama se apago y el calor cesó.
Estaba todo hecho y deshecho; listo y preparado para un nuevo comienzo, para un nuevo almuerzo.



07 agosto 2012

Intriga callejera

Un día iba yo caminando, escondida detrás de un diario.
Cubierta entre la página de futbol que no leo y los avisos publicitarios.
Para no ser "des-cubierta", claro.
Esa mujer, yo la había visto antes. Llevaba un vestido todo, menos elegante.
Fué suenos o en el paradero de la esquina?
Me intrigaba su pata coja y su cartera made in China.
Tenía que averiguar, donde iba.

Dobló a la derecha, dobló a la izquierda y volvió a doblar.
Yo ya estaba cansada de tanto caminar.
Supongo que fué  por los tacos, que no suelo usar.
Ójala aquellos no hayan levantado sospechas con sus quejas.

Ya atardecia, los rayos se apagaban al igual que mis expectativas de saber quien era esa mujer.
Sin aire y con pocas fuerzas, tras horas de andar, por fin la mujer se detuvo en un lugar.
Detrás de los matorrales, me pinché un dedo, mientras ella no encontraba sus llaves
Con desesperación buscaba, palpaba y olfateaba en esa gran cartera gastada.
No me atreví a acercarme a ella, me era muy extrana y muy conocida.
Cuando entró, salí de mi escondite secreto de arbusto sin hojas.
Me paré frente a la puerta y me dí cuenta
que era mi vecina.